¿Pueden los fármacos afectar a mi sexualidad?

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¿Pueden los fármacos afectar a mi sexualidad?

¿Pueden los fármacos afectar a mi sexualidad?

Noviembre 01, 2020

No hay que ser muy docta en farmacología como para saber un par de cosas. Una primera es el hecho de que un fármaco afecta en mayor o menor medida nuestra sexualidad y nuestras interacciones sexuales del mismo modo que afecta nuestra personalidad o nuestro ánimo.

 

Una segunda es que de todas las repercusiones que cualquier fármaco o sustancia puedan ocasionarnos en el organismo, las que menos se conocen son las que afectan e interfieren y cómo lo hacen en el ámbito de nuestro ser sexuado.

 

Por el contrario, de las sustancias conocidas genéricamente como “drogas” (desde el tabaco o los opiáceos pasando por la cocaína, el éxtasis o el alcohol), sí parece existir una amplia literatura, normalmente y no sin cierta razón, truculenta sobre las mermas que en nuestra sexualidad causan.

 

Sin embargo, en las medicinas y salvo tratamientos específicos, antes se valora la repercusión en el hígado que en los genitales, y siempre se prima su efecto neurológico que su efecto sobre el deseo.

 

Y eso es todavía debido en gran parte a que el despliegue, puesta en práctica y desarrollo de la sexualidad de una persona sigue siendo visto como algo secundario o subsidiario de causas mayores.

 

En las llamadas “diversidades funcionales”, por ejemplo, lo de poder acceder a un transporte público clama al cielo (y clama al cielo), pero lo de que la persona pueda satisfacer sus apetitos carnales, bueno, pues, que ya si acaso, luego…

 

La repercusión de determinados fármacos en la sexualidad masculina es mucho más conocida que en la femenina

 

Lo primero expuesto hace que, cuando una está en consulta, sea pregunta obligada frente a una dificultad sexual el interesarse por si el paciente se está tomando algún fármaco y, salvo honrosas excepciones de las que conocemos su efecto directo, debemos deducir si esa sustancia pudiera estar interfiriendo en esa particular dificultad.

 

La pregunta y el interesarse por esta cuestión no es baladí ni meramente procedimental pues si tomamos una de las dificultades sexuales más comunes en varones como es la disfunción eréctil, un porcentaje no despreciable viene motivado por el uso de determinados fármacos o por la dolencia que obliga a tomarlos.

 

Anotar aquí también, ya como de paso, que la repercusión de los fármacos en la sexualidad masculina es mucho más conocida que en la femenina, y que dentro de la masculina capta especial interés en las farmacéuticas el efecto que pueda tener sobre el mecanismo de la erección que el que pueda ocasionar, por ejemplo, sobre el deseo.

 

Algunos ejemplos de fármacos y sus efectos en nuestra sexualidad

 

Más o menos conocida es la afectación que producen los fármacos que tienen como objetivo el bajarle la tensión al paciente y, como sucede en muchos otros casos, la propia dolencia puede ser en sí misma una causa primigenia de dificultad sexual, pero los antihipertensivos tienden a empeorar dicha dificultad.

 

Entre los efectos secundarios pueden darse dificultades de erecciónralentización de la respuesta sexual general y en mujeres, sequedad vaginal y ralentización en la obtención del orgasmo.

 

Si, además, se utilizan conjuntamente con diuréticos y/o betabloqueantes, el efecto negativo puede ser mayor. También en la dilatación de la respuesta sexual, en dificultades eréctiles y en procesos hormonales pueden interferir los medicamentos para bajar el colesterol.

 

Los tratamientos para abordar cuestiones psicológicas y psiquiátricas como los antidepresivos, ansiolíticos y los neurolépticos o antipsicóticos tienen también un conocido efecto sobre nuestra respuesta sexual.

 

Sucede en estos casos que es difícil, dado el malestar de partida, el saber si lo que, por ejemplo, disminuye el deseo sexual de un paciente es la propia depresión o la propia psicosis o si son los empleos de estas sustancias, pero en cualquier caso se conoce que los antidepresivos, en general y de manera variable según el principio activo, pueden provocar (del mismo modo que las benzodiacepinas para tratar la ansiedad, espasmos musculares, insomnio, etcétera) aneyaculación o anorgasmia, eyaculación retardada, caída del deseo y dificultades de erección, así como transferir en cualquier etapade la respuesta sexual humana (deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución)

 

Esto último también lo pueden provocar los antipsicóticos, sustancias sicotrópicas fuertes que actúan sobre el conjunto del individuo alterando neurotransmisores y niveles hormonales con sus subsiguientes consecuencias para su respuesta sexual.

 

También, obviamente, producen cambios en la respuesta sexual los tratamientos hormonales y los antiandrógenos, fármacos destinados a tratar el dolor como los derivados del opio y los fármacos empleados en los tratamientos de quimioterapia.

 

Menos conocidos por el gran público son los efectos secundarios que sobre la sexualidad del individuo pueden producir algunos empleados para tratar el malestar digestivo o los anticonvulsivos.

 

Y lo cierto es que una pastilla, píldora, inyección o cualquier formato que lleve un principio activo está diseñado para precisamente “interferir”, normalmente causando un efecto de restablecimiento cuando la medicación es necesaria y la conveniente, en nosotros y en nuestro organismo y a eso no quedan nunca ajenas todas las variables que se desprenden de nuestra condición sexuada.

 

Por Valerie Tasso

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