Sexo con desconocidos en lugares públicos: el ‘dogging’ y el ‘cruising’

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Sexo con desconocidos en lugares públicos: el ‘dogging’ y el ‘cruising’

Sexo con desconocidos en lugares públicos: el ‘dogging’ y el ‘cruising’

julio 01, 2021

Cancanear” es un término que, con una acepción distinta a la que aquí vamos a abordar, recoge la RAE. Para la Real Academia Española, “cancanear” es la acción de errar, vagar o pasear sin objeto determinado (también tiene otras acepciones como tartamudear, trepidar un motor que falla o mostrarse vacilante).

Como expresión, en su significado principal, es de uso más o menos común en Andalucía e implica, además del moverse o errar sin motivo determinado, el hacerlo de forma inquieta y un tanto frenética.

 

El cancaneo: la práctica del sexo en lugares públicos

 

En el ámbito de las eróticas y de las jergas sexuales, se entiende por “cancaneo” (de “cancanear”) la práctica del sexo en lugares públicos de manera esporádica y con desconocidos.

 

En líneas muy generales, en la mayoría de países y culturas como EE.UU. y, en general, Europa, se establece una diferencia según orientaciones eróticas dentro del “cancaneo” entre lo propio de los heterosexuales (el “dogging”) y los homosexuales (el “cruising”), si bien en Reino Unido, por ejemplo, el “cruising” puede designar la actitud propia del heterosexual que practica el “cancaneo”.

 

Se podría pensar, especialmente si nos vamos acercando a su definición como particularidad erótica, que el origen del término “cancaneo” guarda relación con lo propio del perro (“can”), más aún si le asociamos términos como “dogging” (que sí, tiene una relación con “dog”) o “perreo” (que no tiene nada que ver con la erótica del cancaneo, pero algunos lo confunden), pero lo cierto es que, al parecer, “cancanear” guarda relación en su definición de diccionario y no erótica con el “cáncano” (nombre dado al piojo o a esas arañitas saltarinas).

 

Orígenes del Dogging y Cruising

 

Dogging”, como decíamos, parece que tiene relación con la acción de utilizar como excusa para el encuentro erótico más o menos fortuito y anónimo, el hecho de tener que sacar a pasear al perro, aunque es un origen terminológico ambiguo y hay otras fuentes que establecen que hace referencia (pues el “dogging”, por practicarse en lugares públicos, tiene fuertes inclinaciones exhibicionistas y voyeuristas), por el hecho de vigilar con la intensidad y sagacidad de un perro.

 

El origen del término “cruising” parece estar más claro en la cultura estadounidense y vinculado a un legendario bar de carretera norteamericano de encuentro gay, de nombre “Booze ‘n’ Cruise”, siendo en sus orígenes una palabra del ambiente gay para designar esta erótica sin ser detectados en sus intenciones ni orientaciones, pero también hay autores que indican que su etimología proviene del holandés “kruisen” (que significa “cruz”).

 

La diferencia fundamental entre las dos eróticas es, más allá además de las orientaciones sexuales de partida que se establecen en la mayoría de culturas, el hecho de que posiblemente mientras en el “dogging” el componente exhibicionista/voyeurista es muy marcado (las parejas se exhiben, dejando o no participar activamente a terceros), en el “cruising” esta erótica queda minimizada porque el objetivo principal es el encuentro erótico en sí y no tanto el mostrarse y/o ser vistos en dicho encuentro.

 

Los lugares donde se producen estos encuentro “fortuitos” suelen ser parques, bosques, lavabos públicos, locales, etcétera, están más o menos establecidos y suelen ser conocidos por los practicantes de estas eróticas (hay hasta aplicaciones de móvil que nos indican donde localizarlos), y o bien se establecen al azar o bien se acuerdan de manera anónima de antemano… Por todo ello poníamos lo de fortuito entre comillas.

 

Unas prácticas eróticas que ya se remontan a la antigua Roma

 

Pudiera parecernos, porque en estos tiempos cuando no nos faltan conocimientos nos flaquea la memoria colectiva, que el cancaneo y sus variantes, el “dogging” y el “cruising”, es decir el sexo esporádico con desconocidos en lugares públicos, sea algo que se nos ha ocurrido ahora, pero lo cierto es que encuentros eróticos de este tipo se vienen produciendo a lo largo de la historia de la humanidad y hay constancia histórica no sólo de ellos sino de lugares concretos para realizarlos en, por ejemplo, la antigua Roma.

 

Del mismo modo, parece ser que ya desde mediados del siglo XX, hay constancia del uso de los términos “dogging” y “cruising” con el significado actual. Legalmente, estas prácticas quedan en una especie de “limbo”, pues si bien existen en todos los países leyes (en algunos países, muy severas…) que prohíben en nombre de las “alteraciones públicas” este tipo de exhibiciones amatorias, lo cierto es que si no hay mayores consecuencias de escándalo, uno puede realizarlas sin temer pasar la noche en un cuartelillo.

 

 ¿Prácticas eróticas “animales”?

 

Alguien podría pensar que estas eróticas, evidentemente de más riesgo que el coito sabatino con la parienta, tienen algo de “animal” (a las vinculaciones etimológicas con lo de los perros me remito).

 

Y puede pensar que, por tanto, el realizarlas nos aleja, tal y como hoy se sigue entendiendo (a mi parecer erróneamente, lo de animal como impropio de la humanidad) de lo que es propio de humanos.

 

Sin embargo, dejo una reflexión de cierre; los humanos somos los únicos animales capaces de establecer leyes variables que regulan nuestra convivencia en común y “normalidades” (muchas veces, “prejuicios”) que vigilan y sancionan desde nosotros mismos, individualmente, nuestras actitudes, acciones y hasta deseos. Hay ocasiones en las que incumplir esas “leyes” y “normas” nos convierten no en animales sino en los humanos más hijos-de-puta que se pueden encontrar.

 

Pero hay otras, pues también los humanos somos los únicos animales que, teniendo establecido lo que es más o menos “legal” y más o menos “normal”, que nos podemos pasar esas interdicciones por ahí, por el “locus genitalis”, sin hacer mal a nadie y sin devenir unas fieras corruptas…

 

Los cambios de lo “lícito” y de lo “normal” son también, en ocasiones, uno de los mayores logros que desde nuestra humanidad aportamos a la humanidad.